viernes, 20 de julio de 2012

Globo querido, te remonta la gente


Huracán sos un globo grande.
Un soplo de vida que anima nuestros corazones y por eso te alentamos sin parar.

Nos salvamos del peor campeonato que había visto jamás en mi vida, y nos salvamos cuando lógicamente no nos podíamos salvar de ninguna manera.
¿Qué nos salvó entonces? Yo creo que después de tantas puteadas, de tantas decepciones y fracasos, algo se fue encendiendo inesperadamente entre la gente. Cuando te vió peor que nunca, a dos partidos de irnos a la Metro, algo empezó a encenderse, algo empezó a soplar y a cantar desde las tribunas incondicionalmente, como siempre debió haber sido. Entonces fuiste apareciendo, poniendo goles y victorias en nuestras gargantas, ese viento mágico que te ha remontado tantas otras veces te remontó también ahora, porque sos el globo de la gente que te alienta sin parar, en las buenas, y en las malas mucho más!!



Como en aquella tarde sufrida pero finalmente fiesta de tu Centenario. Estábamos en cancha de Vélez, el pueblo quemero había llegado de todos lados copando Liniers, jugábamos contra el pincha. Desde antes del partido eso ya era una alta fiesta quemera... cantando 100 años de locura y de pasión, remontando globos aerostáticos, poniéndole color a la amargura del Fortín. Así fue el comienzo: la fiesta de la gente. Después entran los equipos y empieza el partido. Al principio todo era ilusión y diversión desde la tribuna, algún lujo del maestrico, alguna insinuación de Barcos arriba. Después todo se empezó a planchar y se vinieron un poco encima. Las puteadas se iban acumulando contra la bruja mugrienta que nos agitaba. Fin del primer tiempo. Tan liso había terminado el encuentro, que en el entretiempo nos dedicamos a vitorear a los bomberos que nos tiraban agua para aguantar el calor.
Ya el segundo tiempo empezó con sufrimiento desde el vamos. El pincha se nos venía todo el tiempo contra el arco y por más que los puteabamos no aflojaban. Encima arriba no se nos ocurría nada y ya no nos quedaba garganta para putear al mequetrefe de Cólzera, que corona su pésima actuación haciéndose expulsar casi en el arranque del complemento. Estábamos liquidados... desde allí en adelante fue sólo aguantar, rogar para que no entre ninguno de los 3 pelotazos por minuto que nos tiraban al arco y así poder terminar el partido en cero. Porque un cero a cero mal que mal después de un rato se iba a pasar y ya íbamos a estar otra vez cantando y festejando por tanta gloria acumulada, porque grande se nace, ya no iba a importar lo que pase en ese partido puntual, pero tampoco había que perder. Las tribunas se habían tornado un culto al silencio, Verón seguía haciendo brujerías, cualquier pincha arrastrado que subía hasta nuestro arco parecía Messi y nosotros estábamos ahí... bancando a Paolo que nos salvaba de todas y cerrando nuestro arco con energía mental, concentrados para generar una onda expansiva que se transmutara cuánticamente en materia, colaborando con nuestro arquero para tapar cada embate rival. Encima del otro lado estaba Andújar, que si por una de esas casualidades llegábamos a cruzar 3/4 de cancha, enseguida se encargaba de cortarnos el mambo antes de que alcancemos siquiera a ilusionarnos con que pudiésemos hacer algo. Así estaban las cosas, complicadas, silenciosas, sufridas. Entonces sucedió aquello insólito. Cinematográficamente. Cuadro a cuadro. Con la cinta rodando en silencio como en las películas de batalla campal cuando están derrotando irreversiblemente al ejército amigo y el director nos quiere ahorrar los últimos sonidos de agonía mostrando en cambio, las últimas resistencias del honor. De esa manera se ralentiza el cuadro en las tribunas y entra tranquilo, sencillo, un gordito rastoso con un estuche en la mano. Se coloca en el medio de las gradas, acomoda su pilcha, saca una trompetita del estuche y empieza a tocar despacito (con ritmo de dale dale dale dale dale dale dale globooo)... taratata tara taratata tara taratataraaaa.... taratata tara taratata tara tara tataaaaa. Y sigue.
La gente empieza a mirar para atrás, lo ven al tipo de la trompeta con un poco de pena, pero aprobando con la cabeza igualmente la intención, casi resignados. Después empiezan a tararear la música, primero en forma casi imperceptible, después un poco más. Un poco más y un poco más. Tarareo que va vocalizando palabras y se van formando de la nada las "ooo" y los "dale dale". Todos se van sumando, cada uno a su momento, a ese canto que crece y se va convirtiendo en una especie de respiración del estadio... Dale dale dale Dale dale dale, dale globooo... Dale dale dale Dale dale dale, dale glooooooo...
Dale dale dale Dale dale dale, dale globooo... Dale dale dale Dale dale dale, dale glooooooo... Tum tu túm!. Los tambores de la barra. Ahora sí, ya es una respiración con latidos de corazón quemero, y de esa manera empieza a bajar hacia la cancha, como un agradecimiento por el sentimiento y como una forma de decir vamos que se puede, grande se nace, pero también se puede demostrar hoy, quebrando el resultado. Vamos jugadores que hoy hay que ganar, hoy hacen 100 años de esta pasión, hoy no nos pueden fallar. No importa que tengamos uno menos, que Laverni nos esté bombeando y que los 10 que quedan estén reventados, hoy como sea hay que ganar. No importa que el partido termine en tres minutos y nos sigan cascoteando el rancho, escuchá globito ese aliento que baja de las tribunas y que es pasión, escuchá y sentí en tu oreja porque es una respiración con latido. Sentí que tiene corazón, que no está muerto quien pelea y que es la gente la que está soplando este Huracán de ilusión.

Entonces sí.
Si antes sucedió lo insólito, ahora es lo milagroso.

La Gata Esmerado. Ese mismo que tenía un grado importante de patadurez, pero con rendimiento parejo a lo largo de los partidos (eso no se le podía negar, era parejo en su patadurez, pero voluntarioso). La Gata Esmerado agarra una pelota en 3/4 de cancha y se da vuelta... mirando hacia el arco contrario! Y no sólo eso... avanza contra él! Y cuando todavía no está ni cerca, no está ni siquiera entrando al área grande, saca un chumbazo que no se puede creer. Es el quiebre del espacio-tiempo, el cambio de la historia, la revolución. Un instante mudo y la pelota que se clava en ángulo derecho de Andujar, fulminándolo, inatajable, con el tiempo cumplido.

El grito de Gol estalla, revienta las gargantas y la alegría del pueblo quemero explota por los aires y se remonta sobrevolando su historia enorme. Grande se nace y grande se es, en cada partido, porque la gente te hace grande en momentos como ese.

Huracán sos un globo grande por la gente, que te remonta como una ilusión, como una esperanza que no se pierde nunca.




Y con este texto dejo mi mensaje de esperanza, para volver a primera, armar un buen equipo y salir campeón. Porque pensando en eso hay que salir a jugar, en ganar diviertiéndose en cada partido, pero yendo al frente, como el flaco Pastore, como tantos otros que nos hicieron soñar y salir campeón que es el sueño de todos.

Huracán acá arriba te dejé mi obsequio en este día del amigo tan especial, son las fotos que saqué ese día de tu Centenario, que me fui desde Bariloche para verte y me dejaste esta alegría tan grande en el corazón.

Y para todos los quemeros, les dejo este Cuento de Eduardo Sacheri que refleja tan bien el sufrimiento y la pasión de este grande entre los grandes.
El Cuadro de Raulito.

Que lo disfruten.

lunes, 2 de julio de 2012

Los Mediocres




Al comenzar cada día
criaturas horribles
se disputan la luz.
Así superviven,
en nombre de ella.

A los ojos de otros
esta luz es pervertida,
violada.

Pero en el origen de la materia
en su principio musical
ella permanece prístina,
imperecedera.