sábado, 13 de junio de 2009

x ojas della

Todos los 13 me va mal ultimamente.
y eso que no era supersticioso, pero lo de hoy ya es el colmo.
Tenía todo el viaje preparado...insólito. En fin, el detalle del infortunio no importa ahora.

Todo mi cuerpo necesita esa sensación, todos mis sentidos reclaman ese deleite.
Todo mi otoño esperaba madurar en esas hojas. Sus hojas, las de ella.-

Todo este tiempo sufriendo con el consuelo apenas de reestablecerme por su cuerpo, por su cuerpo moviendo el aire en contoneo delicioso, por su danza exquisita, por su expresión hermosa, por saludarla al final y sentir ese olor de piel que me hace naufragar, pero no. Pero NO.
No pude ir y ahora queda el dolor nomás. Ese que no se compartirá con nadie, sin consuelo.
El dolor que me corroe el estómago como cuchillo de raspar que no cesa.

Pasan las horas y deseo que pase ya este día.
Pasan las horas y la imagino despertándose, lavándose, mirándose al espejo toda dormida, después despierta, hablándose y animándose, dandose confianza. La imagino comiendo, tomando un té, escuchando música, vistiéndose, maquillándose. Nerviosa, después tranquila.
Siempre hermosa.
Escucho su voz en el teléfono y no suena igual...me transmite algo feo. Pero estoy acostumbrado al desamor y sé que sigue siendo linda en el fondo aunque no me quiera.
[ existe un grito abandonado dentro de mí
dentro
dentor dentor,
diente dante dentro diantres dentor dentor...ya saldrá... ]

La distancia (como siempre) eterna ironía, broma de mal gusto deshacedora de mundos.
Dama de hierro que lastima.

19:30
Se acerca la hora y ya debes estar lista, esperando para salir con esa carita que conozco y que me gusta tanto, de temor valiente...
Ahora estoy llorando, ya no lo evito. Estoy con vos. Cuando salís estoy con vos. Mi cabeza está apoyada en tu pecho justo un ratito antes y siento tu corazón y tu piel cálida.
Y estás por salir y te abrazo fuerte y beso tu cabeza despacito y suave como me encanta hacerlo.
Y salís y te aplaudo y lloro, porque sos mi vida bailando estoy llorando ahora. Como Bariloche, que aún insensible, duro aliado de la distancia, se conmovió y me acompaña hoy, con su cielo tupido y sus lágrimas lluvia finita y gris ya oscura, que no se detendrá.